CAPITULO XXVIII: ENTRE LINEAS DESCUBRI MI VERDAD

 ENTRE LINEAS DESCUBRI MI VERDAD

Hoy tuve mucho tiempo para escribir. Hizo un día lluvioso y frío, así que me la pasé con mi computadora sobre mis piernas, escribiendo y borrando líneas. En un momento hice una pausa y me puse a leer los capítulos que ya había escrito, corrigiendo algunas cosas aquí y allá. Y entonces llegué a un capítulo que significa mucho para mí. Apenas empecé a leerlo, mi cuerpo comenzó a temblar y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Confieso que ese capítulo fue escrito para alguien. Se lo reenvié y le pedí que lo leyera. Minutos después, esa persona respondió: "Amé lo que escribiste". Y ahí estaba yo, con el corazón latiéndome fuerte, releyendo su respuesta una y otra vez. ‘Amé lo que escribiste’. ¿Pero qué significaba realmente? ¿Era solo una apreciación por las palabras bonitas o entendió el peso de cada una de ellas?

Me quedé mirando la pantalla, con ganas de responder algo, pero sin saber exactamente qué. Porque a veces, aunque la otra persona ame lo que escribiste, eso no significa que ame lo que sientes. Y eso, duele.

Escribir siempre ha sido mi refugio, el espacio donde puedo ser completamente honesta conmigo misma. Es como hablar con mi yo interior sin miedo a ser juzgada. Pero nunca había experimentado que mis propias palabras me hicieran temblar, que mis recuerdos me abrazaran tan fuerte hasta hacerme llorar. Me hizo darme cuenta de cuánto he avanzado, pero también de cuánto me falta por recorrer.

A veces, al releer lo que he escrito, siento que estoy teniendo una conversación con la persona que fui en ese momento. Es extraño y profundo a la vez. Me encuentro con mis miedos, mis anhelos, mis dudas, y me doy cuenta de que he cambiado, pero sigo siendo yo. No se trata solo de revivir emociones pasadas, sino de ver cómo he crecido a través de ellas. Y aunque algunas heridas sigan doliendo, también son prueba de mi fortaleza.

Así que decidí hacer lo único que sé hacer cuando las emociones me desbordan: escribir. Escribir para soltar, para sanar, para compartir con ustedes este momento de vulnerabilidad. Porque si algo he aprendido es que las palabras también duelen, pero también sanan. Y aunque hoy mis palabras me hicieron llorar, también me recordaron lo fuerte que soy y lo mucho que he crecido.

Gracias por estar aquí, por leerme, por acompañarme en este viaje. Si alguna vez te has sentido así, quiero que sepas que no estás solo. Que nuestras historias nos forman, nos transforman y nos impulsan a seguir adelante. Y que, al final del día, lo importante es permitirnos sentir, aunque a veces duela. El siguiente capítulo te espera 👉 Aqui

Comentarios