ENTREGANDO EL CONTROL A DIOS
Quizás para algunos, este capítulo sea una oportunidad de conectar con su fe. Para otros, tal vez sea una invitación a abrir su corazón y permitir que, en medio de todo el ruido de la vida, la voz de Dios resuene con claridad. Independientemente de nuestras creencias, hay algo innegable: no caminamos solos. Siempre hay una fuerza mayor que nos acompaña, que nos impulsa, que nos sostiene cuando sentimos que ya no podemos más.
Soltar para permitir que Él tome el control
Durante nuestras vidas, pasamos por momentos en los que sentimos que todo se nos escapa de las manos. Intentamos resolverlo todo con nuestras propias fuerzas, buscamos respuestas, queremos controlar cada aspecto de nuestra existencia. Pero la verdad es que hay batallas que no nos corresponden pelear, sino entregar.
Dios no nos pone en guerras que no podamos ganar. Pero para ello, debemos aprender a confiar, a dejar de aferrarnos a lo que nos lastima, a soltar las preocupaciones y permitir que Él haga su obra en nuestras vidas. Cuando nos desprendemos del miedo, de la angustia, de la desesperación, encontramos paz en su propósito.
La invitación a entregar nuestras cargas
Hoy quiero invitarte a hacer algo diferente. En lugar de seguir cargando con todo lo que te pesa, prueba entregarlo a Dios. Dile en oración, en un pensamiento sincero, en un momento de reflexión: Aquí está mi carga, mis miedos, mis alegrías y mis sueños. Te lo entrego todo, porque confío en que tu plan es mejor que el mío.
Deja que Él administre tu vida. Permite que sea quien abra y cierre las puertas que deben ser abiertas o cerradas. No se trata de renunciar a nuestros sueños o de dejar de actuar, sino de caminar con la certeza de que no todo depende de nosotros. Hay un plan perfecto en marcha, incluso cuando no lo entendemos.
Cuando Dios nos sorprende
A veces, lo que pedimos no llega de la manera en que lo imaginamos. Puede que esperemos algo inmediato y Él nos enseñe paciencia. Puede que anhelemos algo específico y Él nos dé algo aún mejor. Puede que sintamos que nos ha cerrado una puerta, pero en realidad, nos está redirigiendo hacia un camino que nos hará más felices y plenos.
Cuando miramos atrás, muchas veces entendemos que aquello que creíamos una pérdida fue, en realidad, una bendición. Que aquello que nos dolió nos preparó para algo mayor. Que Dios nunca nos dejó, solo estaba obrando en su tiempo perfecto.
Un cierre desde la gratitud
Hoy quiero terminar este capítulo con un acto de gratitud. Gracias, Dios, por cada proceso, por cada enseñanza, por cada persona que ha llegado a mi vida y por cada una que se ha ido. Gracias por no dejarme sola en mis momentos de debilidad, por recordarme que siempre hay una razón para seguir adelante.
Y a ti, que estás leyendo esto, te invito a hacer lo mismo. Tómate un momento y agradece. Agradece lo bueno y lo difícil, porque todo forma parte del camino. Agradece por cada obstáculo que superaste y por los que aún están por venir, porque con Dios a tu lado, cada batalla tiene un propósito y cada paso te acerca a un futuro mejor.
Reflexión final: ¿Qué carga necesitas soltar hoy? Escríbela en un papel, léela en voz alta y entrégasela a Dios. Confía en que Él sabrá qué hacer con ella. El siguiente capítulo te espera 👉Aqui
Comentarios